En estos momentos, la energía nuclear, la energía de procedencia de combustibles fósiles, la energía procedente de la biomasa (principalmente combustión directa de madera) y la energía hidráulica, satisfacen la demanda mundial de enrgía en un porcentaje mayor al 98%, siendo el petróleo y el carbón las más utilizadas.
Producción Energética en el Mundo
- 75%: Combustibles fósiles
- 12%: Combustión de madera
- 6%: Energía hidráulica
- 5%: Energía nuclear
- 2%: Otros
El uso de estos recursos naturales conlleva, además de a su próximo y progresivo agotamiento, un constante perjuicio para el medio ambiente, que se refleja en emisiones de CO2, NOx, y SOx, con el empeoramiento del efecto invernadero, contaminación por radioactividad y su riesgo potencial incalculable, un aumento progresivo de la desertización y la erosión y una alteración de los principales ecosistemas del mundo con la consecuente desaparición de biodiversidad y pueblos indígenas, la inmigración forzada y la generación de núcleos poblacionales aislados con tendencia a la desaparición.
Estas agresiones van acompañadas de grandes construcciones de impacto ambiental considerable (difícilmente cuantificable) como las centrales hidroeléctricas, el sobrecalentamiento del agua en costas y ríos generado por la presencia de centrales nucleares, la creación de depósitos de residuos radiactivos, y de una gran emisión de pequeñas partículas volátiles que provocan la lluvia ácida, empeorando aún más la situación del entorno: parajes naturales defoliados, ciudades con altos índices de contaminación, afecciones de salud en personas y animales, desaparición de especies animales y vegetales que no pueden seguir la aceleración de la nueva exigencia de adaptación.
El futuro para nuestro entorno, se complica más todavía si se tiene en cuenta que sólo un 25% de la población mundial consume el 75% de la producción de energía. Este dato, además de poner de manifiesto la injusticia y el desequilibrio social existente en el planeta, indica el riesgo que se está adquiriendo al exportar un modelo energético insostenible y fracasado, de países desarrollados a países en vías de desarrollo.
El modelo actual es un paradigma en el que la producción energética se sustenta en una visión del mundo en la que el Hombre es el dominador de la naturaleza y del entorno, en vez de sentirse integrado en el mismo, y en el que el consumo se entiende como un grado de confort.
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