Agencias nacionales e internacionales de la energía elaboran informes y recomendaciones sobre la problemática mundial de energía. Del mismo modo, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente y el desarrollo hace aportaciones acerca de los planes y objetivos que se deben intentar cumplir para reducir el deterioro ambiental y modificar el uso de las energías convencionales que lo están provocando.
Las pautas que dirigirán durante los próximos años el diseño de una estrategia energética están muy condicionados por los acuerdos logrados, en los que el futuro de la producción energética se sustenta en la todavía desconocida fusión nuclear, y el nuevo modelo de desarrollo aboga por el consumo energético ligado al crecimiento del bienestar.
Este modelo descarta prácticamente cualquier posible opción de dar una solución completa al problema de la energía, y deja sin efecto real cualquier acuerdo y declaración de intenciones de los gobiernos.
Sin embargo, la Declaración de Madrid de 1994, hace una apuesta por la ejecución y cumplimiento de un Plan de acción para las fuentes de energías renovables en Europa, apoyada por la Comisión Europea. Los frutos del mismo son acciones incluídas en la continuidad y creación de programas energéticos, y el apoyo a iniciativas como la de la Cumbre Solar Mundial promovida por la Unesco, que destacan que sí hay una declaración de intenciones acompañada de acciones efectivas, tendentes a hacer posible que entre los años 2010 y 2015, el 15% del consumo de la energía convencional en Europa sea de origen renovable, y que ello sirva como ideario para la promoción de nuevas medidas dirigidas a conseguir un desarrollo sostenible.